Viña Pedrosa es una de las entidades pioneras e impulsoras en la década de los años setenta de la denominación de origen para los vinos del Duero. Hoy, casi treinta años después, la bodega sigue siendo avanzadilla en la búsqueda de nuevas salidas para el vino, donde destaca el desarrollo del turismo enológico.
Aunque la mayor parte de las ventas de Viña Pedrosa se hacen a través de los canales tradicionales de la distribución, la venta de vino en bodega ya supone aproximadamente el 20%. La compañía ha impulsado y organizado una estructura para apoyar el desembarco de visitantes en sus instalaciones.
Si se tiene en cuenta la existencia de más de 200 bodegas en la zona y otros atractivos como el gastronómico, se considera que el turismo enológico puede ser una importante salida para la venta de vino en la propia bodega, con benef icios tanto para los compradores como para la industria. El objetivo es que el turista compre vino, pero que además la visita le sirva para conocer mejor la cultura del sector.
“A Ribera de Duero han llegado en los últimos años muchas inversiones de capital, procedente de otros sectores, para la construcción de nuevas bodegas”, señala el enólogo de Viña Pedrosa José Manuel Pérez, la tercera generación en la actividad. “Sin embargo, no es lo mismo vender coches o poner ladrillos que elaborar vino”.
En cuestión de poco más de una decada, en Ribera de Duero se ha pasado de varias docenas de bodegas a las 200 que hay en la actualidad, con una producción de unos ochenta millones de kilos de uva en unas 15.000 hectáreas.
Para José Manuel Pérez, hay un grupo reducido de bodegas que mantiene sus objetivos iniciales de seguir elaborando vinos de alta gama. Hay un segundo grupo de bodegas que hacen las cosas de forma correcta y un tercer grupo que considera que sería mejor que no hubieran llegado. En su opinión, lejos de aportar algo al producto, suponen un riesgo para la imagen de la denominación de origen al elaborar un tipo de vino barato que puede llevar las dudas y el desprestigio a los consumidores.
Producción limitada
En contra de esa política se halla Viña Pedrosa, que mantiene su apuesta por la calidad y la producción limitada de sus caldos, con unas 500.000 botellas. Aunque se ha multiplicado el negocio hasta facturar 2,3 millones de euros, los hermanos Pérez Pascuas han mantenido, además, la filosofía de su trabajo diario directo tanto en labores del campo, desde la poda a la recolección, como en la bodega.
Viña Pedrosa nació como tal en 1980 con una superficie de viñedo propio de unas 35 hectáreas. En este tiempo, la política de la empresa familiar se ha encaminado en una doble dirección. De un lado, con la puesta en marcha de una nueva bodega moderna en constante mejora y expansión, pero con un límite en sus producciones. De otra parte, año a año se ha ido incrementando la superficie de viñedo hasta disponer en la actualidad de 110 hectáreas, sobre las que cada campaña se hace una cuidada selección. Frente a las posibilidades de producción asignadas en la Denominación de Origen, que pueden llegar hasta unos 7.500 kilos por hectárea, Viña Pedrosa es una de las bodegas que practican la vendimia en verde para seleccionar la uva y limitar la producción de la misma desde su crecimiento hasta la maduración. De la producción de Viña Pedrosa, aproximadamente el 40% se destina a la exportación en más de cuarenta países, especialmente en el norte y centro de Europa, en Estados Unidos y con la apertura reciente de otros mercados en Asia y en Rusia. Los hermanos Pérez Pascuas presumen de que su vino se bebe en el Vaticano en fechas señaladas.
José Manuel Pérez Pascuas no duda de que, a no muy largo plazo, es posible que se produzcan problemas en el sector del vino de calidad ante la avalancha de bodegas y la mayor competencia en los mercados. Pero, frente a esa perspectiva, tiene también una idea muy clara. “En este segmento, solamente tendrán futuro las que elaboren vinos de verdadera calidad, aunque lo vendan a precios elevados”.